miércoles, 15 de junio de 2016

1.626 días, y tropecientas noches...

El título parece una canción de Sabina, y no lo es, no. Ojalá lo fuera. Es el número de días que uno puede llegar a tardar en volver a la vida después de la muerte, en volver a nacer después del deceso, en volver a ver la luz, al salir del túnel, en sentir otra vez la brisa del mar susurrando a tus tímpanos una dulce melodía, es el tiempo que se puede tardar, en volver al mercado laboral...

A lo largo de 4 años y medio buscando tu camino, te da tiempo a muchas cosas, entre ellas, a mandar 2.097 currículas, a recibir cientos de "noes", a estudiar varios Masters del Universo, a cenar con presidentes del IBEX35, a pasar una larga travesía por el desierto (no solo económicamente, sino también literalmente), a escribir un blog, trabajar en Burger King por menos del subsidio por desempleo, a rodar una película y dejarte atizar tomates hasta en el carnet de identidad, a abrir y cerrar una empresa, a fracasar una y otra vez, a repetir las elecciones cada 6 meses y hasta presentarte a oposiciones adulteradas, con más o menos suerte.

Cuando has trabajado codo con codo con gente que cobra 100$ al mes, y manda 95$ a su país, aprendes que no tienes derecho a quejarte, y además, que eres un privilegiado por conservar lo más importante que tenemos los humanos, la salud. Nunca lo valoramos lo suficiente. No cometas la desgracia de esperar a perder un ser querido para empezar a hacerlo, así que empieza ya a abrazar y besar a los que te quieren.

Sólo si has caminado por el desierto a 60 grados centígrados, puedes llegar a entender lo duro que es. Sabes que no hay agua, crees que vas a morir de sed, y seguramente, con razón. No obstante, sigues caminando, porque nunca has dejado de creer, porque la constancia y el tesón están en tu ADN, porque crees en el futuro, y porque en tu motor, nunca ha faltado la gasolina de la ilusión, el combustible que te mueve.

Mientras tengas ilusión y ganas, sabes que lo conseguirás, porque el mundo es para la gente positiva, para los que luchan y para aquellos que se la juegan por salir adelante, para los que apuestan hasta el último suspiro de su aliento, y para los que no cejan en su empeño. Para todos ellos, va dedicado este post.

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