Hoy ha sido un día muy triste para todos los amantes del baloncesto, del deporte, y en general de la humanidad. Me siento profundamente entristecido, no sólo porque nos deja el segundo mejor jugador de baloncesto de la historia, alguien a quien tratamos de imitar en la adolescencia con esos "fadeaways" inverosímiles, ni porque es otra persona de mi generación la que se baja del tren de la vida, antes de llegar a la estación de destino, sino porque además se va un luchador, y un ejemplo a seguir en muchos aspectos.
Kobe Bryant contribuyó al sueño de que viéramos por fin a un español alzarse con el título de la NBA, y no solo una, sino dos veces. Contribuyó a esas noches mágicas de Movistar +, otrora llamado Canal Plus, y a divertirnos y entreveros con su magia. Sin él las noches con Daimiel, y el mítico Montes, no hubieran sido lo mismo.
Como emprendedor, Pau siempre ha comentado que era un luchador incansable y que entrenaba hasta que la fatiga le obligaba a decir basta. Nadie nace sabiendo tirar a canasta, y uno es mejor tirador cuando lleva 1 millón de tiros que cuando lleva 100.000. Eso lo sabía Kobe, y ese afán por mejorar y ganar, era lo que le llevaba a entrenar hasta la extenuación, día tras día. Así funciona una empresa, cuando más trabajas y más te das a conocer, más lejos llegas.
Soy de los que piensan que lo mejor de él estaba por llegar tras su retirada. Su discurso cuando le retiraron las 2 camisetas en el Staples es para enmarcar en la historia de los mismos. Especialmente cuando le dice a sus hijas: " sabéis que si trabajáis duro los sueños se acaban haciendo realidad, espero que lo que os quede de esta noche, lo que entendáis, es que aquellas veces en las que os levantéis pronto u os acostéis tarde para trabajar duro, esos momentos en los que no os apetece pero lo haceis de todas formas, ese es el verdadero sueño, ese es el sueño, lo importante no es el destino, es el viaje. Si conseguís entender esto veréis como vuestros sueños se cumplirán". Nothing to add from my side...
Pocas son las historias de jugadores que se levantaban a las 5 de la mañana y pedían las llaves del pabellón para ir todos los días a entrenar el tiro. Para evitar el tráfico de Los Ángeles muchas veces iba en helicóptero, ese fatídico autogiro que nos ha privado de él. Esas mismas historias las he podido escuchar de aquellos que han levantado empresas exitosas, levantándose temprano y trabajando duro durante muchos años. Disfrutando del camino, y esforzándose para mejorar. Ese era espíritu de Kobe, y el que ha llevado a la humanidad a este nivel de progreso.
No son pocas las dificultades que tuvo que pasar durante su vida, pese a ser un privilegiado por los emolumentos que reciben los jugadores de élite. Recuerdo cuando se lesionó el hombre derecho, y aprendió a tirar con la izquierda, me pareció absolutamente increíble esa capacidad de reponerse. Estoy seguro que si hubiera sido necesario, habría sido el mejor zurdo de la historia.
Supo reponerse a las acusaciones de violación, en el año 2.004, lo que puso en entredicho su carrera y pudo haberle hundido psicológicamente, por la presión mediática recibida, amén de los problemas familiares a los que a buen seguro, se tuvo que enfrentar, y a los que supo sobreponerse, con la humildad necesaria para admitir los errores y enfrentarse a ellos. Más allá de que pudiera haberse equivocado, o no, estoy seguro que de no ser una estrella, no hubiera recibido ni esas acusaciones ni esa terrible presión por parte de los medios, siempre buscando la noticia sensacionalista.
Como productor estoy seguro que hubiera acabando siendo uno de los mejores. Pocos principiantes pueden llegar a alcanzar el Oscar con su primer corto, un poema de amor al baloncesto narrado como solo los grandes son capaces, con pasión amor y siempre subido en el barco de la Excelencia, donde están las personas que hacen grandes cosas por su país, sin esperar a que su país haga cosas por ellos. Estoy seguro que para esos 5 minutos de su vida trabajó todavía más que para cualquier partido de las finales que jugaba, poniendo toda su pasión y energía, como todas las personas que dejan huella en este tren de la vida.
Querido Kobe, ¡¡ muchas gracias!!
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